viernes, 1 de octubre de 2010

Recuerdos de Madrugada

  Esta mañana de camino a la parada de guagua, en uno esos momentos en los que ,mientras tu cuerpo anda por estas tierras, tu mente vuela descubriendo nuevos mundos o repasando los viejos, me dio por recordar...

  Una escena de familia en mi época de quinceañera rebelde. Estaba enfadada con mi padre, que reposaba desdeñoso en el sofá, porque "hace unos días llegó un paquete para ti, pero no creo que te lo merezcas". Repliqué, indignada porque pudiera haber abierto un paquete del primer amor que esperaba a escondidas. Me lanzó una mirada por encima de las gafas y sacó de debajo del sofá un paquete bastante gordo. Se lo arranqué de las manos y corrí a mi cuarto.

  No era ninguna carta de amor lo que había dentro, ni inútiles regalos que con los años acabarían en alguna caja en algún lugar esperando el momento en que decidiera deshacerme de ella definitivamente. Dentro había una caja de 68 lápices policromados Faber Casttle, un juego de plumillas y un cuaderno de papel especial...un regalo que pensaba hacerme mi padre un poquito por las notas y un poquito porque sí.

  Me sentí tan estúpida por haberlo odiado, tan imbécil por hacerle tratado mal y por dudar de él que no pude evitar romper a llorar abrazada a una caja repleta de palitos de madera. Era cierto que no me lo merecía. Pero fui demasiado cobarde como para volver al salón y darle un fuerte abrazo... y la verdad es que me arrepiento de ello, de no haber abrazado a mis padres todo lo que se merecen y de no haberles dicho "os quiero" en muchos momentos en que tuviera que haberlo hecho. De haberme quedado quieta en mil ocasiones en que tuve que actuar, pero me daba vergüenza reconocer que me había equivocado...

  Supongo que son esas cosas de las que te das cuenta cuando vives lejos y ellos no están ahi para restregarte a diario todos tus errores, o no puedes encontrarte por la calle a esas personas a las que has tratado mal injustamente para lanzarte la mirada que te mereces. Pero para eso también tenemos a nuestro subconsciente viajero, al que le encanta abrir los polvorientos baúles a rebosar de miedos y arrepentimientos.

                                                                                                                 "UN BESITO
                                                                                                                                                       + UN BESOTE
                                                                                                                                                            PAPÁ"

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